Otra vez miles de estudiantes sin clases: una muestra más del abandono educativo

Este invierno nuevamente pone en evidencia el empobrecimiento de las condiciones donde vive y estudia el pueblo chileno. Lluvia tras lluvia, surgen noticias de barrios enteros inundados, cortes de caminos por mala mantención de la infraestructura vial, el colapso completo de centros de salud, el aumento de estudiantes y docentes enfermos que no pueden asistir a escuelas y liceos, y para qué hablar de las malas condiciones de los establecimientos educativos que no permiten permanecer a los estudiantes resguardados del frío y la humedad.

 La privatización y la mercantilización de los servicios fundamentales (sello del modelo neoliberal chileno) nos da la razón cada vez que como Pueblo Docente denunciamos que este sistema ya no da más. El discurso de la seguridad que tanto enarbolan los políticos a meses de las elecciones, queda corto cuando exigimos seguridad en la infraestructura de las escuelas, cuando acusamos que los docentes jubilan con pésimas pensiones, cuando revelamos el alto índice de licencias médicas (por distintos factores psicolaborales) y a fin de cada año, cuando denunciamos despidos masivos sin causales laborales concretas.

Hoy, agosto nos recibe con un fuerte temporal que dejó sin techos,  sin agua potable, sin luz y con caminos interrumpidos a miles de personas en varias regiones del país y como consecuencia directa la la decisión de suspender clases en las regiones de Coquimbo, Valparaíso, Metropolitana, O’Higgins, Nuble, Maule, Biobío, Araucanía. Los Ríos, Los Lagos.

Las causas pueden ser variadas, muchas de ellas asociadas al cambio climático, pero las que competen a las autoridades deberían estar al centro de sus agendas: el fortalecimiento de la infraestructura de salud, educación y habitabilidad. Sin embargo, los políticos del momento pasan horas en rencillas, haciendo cálculos electorales y alianzas con el mundo empresarial (quienes los financian) dejando de lado sus obligaciones. 

La suspensión de clases es una medida más de todas la improvisación mostrada por el gobierno actual, al parecer de nuevo no vieron venir el temporal. Pero en el supuesto que no se hayan suspendido, los establecimientos educativos de igual manera no certifican una estadía digna para estudiantes, asistentes y profesores, lo que también genera un ausentismo grave para muchos alumnos , por lo que no hubiera sido raro, tener cursos con 14 a 20 estudiantes (en el mejor de los casos).

El efecto colateral que genera el fenómeno climático en las comunidades debido a la demora en restablecer la normalidad en una escuela después de la lluvia y la falta de mantenimiento. No hay personal para secar variados sectores inundados: salas, canchas, comedores, entre otros, donde profesores y estudiantes cumplen esta función, perdiendo clase e incluso demorando dos días en que se logré secar a cabalidad, todo esto, evidentemente, acrecenta aún más la pérdida de aprendizajes por parte de los estudiantes.

Techo afectado en la Escuela Bernardo O’Higgins de Maipú.

Este invierno, sin duda está más difícil que los últimos, ahora con mayores alzas en la electricidad, en el transporte y sus derivadas en los precios de los insumos básicos, nos deben confirmar que gobierno tras gobierno, las promesas son siempre falsas, por lo que no podemos resignarnos y naturalizar esta realidad, no debemos seguir creyendo en la retórica de la actual clase política y menos regalarles nuestro voto cuando nos convoquen de nuevo (con más o menos multas). Es hora de perder la pasividad y levantar juntos a nuestros colegas las demandas que nos encaminen  realmente a una educación para el desarrollo humano de nuestro pueblo, y que nos mantenga orgullosos de aportar desde la docencia a ello. 

Por condiciones de estudio y trabajo digno:
Organízate y lucha con Pueblo Docente

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