¡Ante la crisis profunda de la educación, nuestro deber es unirnos y luchar!

Cecilia, Profesora básica de la Escuela República de Chile

Nunca antes había sido tan difícil pararse frente a un curso y enseñar. Las constantes faltas de respeto, la pérdida de hábitos básicos en la sala de clases, el aumento prolongado del ausentismo escolar y un nulo cumplimiento de los reglamentos por parte de nuestros alumnos que han hecho de las faltas graves pan de cada día, llegaron a niveles que nunca antes había visto en mis 25 años de trayectoria como profesora. Por otro lado, son más evidentes que nunca los vacíos de aprendizajes que afectan a miles de nuestros estudiantes, haciendo mucho más compleja la tarea de cumplir con nuestros objetivos curriculares. Sumado a esto, día a día, nos enfrentamos a un panorama de desorden y mala gestión escolar en nuestros establecimientos que ha colmado la paciencia de hasta los más pacientes.

Durante las últimas décadas, he sido testigo de que ningún gobierno de turno ha mejorado la educación de nuestro pueblo, incluso el actual: el discurso de los cambios que nos prometió el nuevo gobierno quedó solo en palabras, ya que en los hechos, el ministro de educación ha brillado por su ausencia en tiempos donde son más urgentes que nunca orientaciones y medidas efectivas para todo el sistema escolar… y digo todo porque no sirve de nada dejar a la voluntad de algunos colegios lo que debería beneficiar a la mayoría.

Lo anterior, ha golpeado directamente el centro de nuestra dignidad y las ganas de seguir enseñando, provocando que muchos de nuestros colegas naturalicen con resignación las malas condiciones para ejercer su labor y abandonen el sentido de defender con orgullo la importancia de formar a las nuevas generaciones del país. En el peor de los casos, vemos con tristeza la partida de algunos que deciden cambiarse de rubro.

Colegas, este escenario nos ofrece una oportunidad histórica para alzar nuestra voz y luchar con protagonismo por las demandas que día a día se van reafirmando en la conversación fraterna que emerge desde el corazón de la sala de profesores, cuando compartimos un café en la mañana, durante los recreos  o en el último bloque antes de irnos a nuestros hogares.

  • Normalizar rutinas escolares y nivelar aprendizajes. Necesitamos mayores recursos económicos, humanos y didácticos además de orientaciones pedagógicas claras para mejorar los climas de aula y los procesos educativos en nuestros establecimientos.
  • Fin a la Jornada Escolar Completa, ya que fue una pésima política educativa que a 25 años de su implementación fracasó, dejando a miles de estudiantes excluidos de una educación integral y de calidad. Además, ha representado una gran barrera para desarrollar nuestras funciones no lectivas y coordinarnos entre docentes para abordar las distintas situaciones de los cursos y definir estrategias pedagógicas.
  • Fin a la Evaluación Docente, porque nos miden y encasillan con un instrumento ficticio que todos sabemos que no refleja la realidad escolar ni mejora nuestras prácticas educativas. Por cierto, tampoco contamos con los tiempos dentro de la jornada de trabajo para prepararla. Muy distinto al discurso oficial que justifica esta política de “fortalecimiento y desarrollo profesional”, para nosotros, el origen del problema se encuentra en la precaria formación inicial docente que se ha convertido en un lucrativo negocio para las universidades que imparten pedagogía.

¡Para dignificar nuestra labor, a movilizar la fuerza organizada de los profesores de Chile!

¡Junto a tus colegas, organízate y súmate  a nuestra campaña!

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