LA NOCTURNA SIGUE EN PIE: Una mirada a la educación de jóvenes y adultos

Abandono. Si hubiese que describir la situación actual de la Educación de Jóvenes y Adultos (EDJA) en Chile, con esa palabra se quedarían nuestros colegas de la Tercera Jornada (o Escuela Vespertina) del Colegio Particular Juan Pablo, ubicado en la comuna de Independencia. Cuestión real, porque no podemos negar que la educación de adultos ha sido un área poco conocida, postergada al último vagón del tren pese a las intermitentes reformas aplicadas desde el año 2000, pero también paradójica, pues se encuentra en una lucha incesante por sobrevivir en un país donde solo la mitad de los jóvenes mayores de 25 años poseen escolaridad completa.

Los agudos problemas que se arrastran desde la familia, la calle y el entorno más cercano demandan, en este sentido, reforzar valores y actitudes basadas en el cariño, la responsabilidad y el compañerismo: «el contenido pasa a segundo plano porque ahí viene la parte más afectiva, más emocional, más humana… hay que enseñarle otras cosas, orientarlo, por último que sea buena persona, que no ande hueviando con pistolas, droga… ahí tú dejas tu especialidad, porque de qué le va a servir», comenta el profesor de Ciencias, Arturo, con más de 25 años de trayectoria.

Atrás quedaron las experiencias auto-educativas del pueblo trabajador en la pampa y las campañas de alfabetización para campesinos y pobladores con una perspectiva liberadora. Hoy, con una preocupante cobertura cercana al 5%, la EDJA transita hacia un modelo enfocado en la integración, el consumo y el mercado, viéndose obligada a modificar sus objetivos, fundamentos y aplicación, donde sus principales modalidades sienten los efectos de la evolución capitalista en las políticas educacionales, empobreciendo su calidad y quedando cada vez más a la deriva en un sistema de libre competencia.

Colegas de la zona norte de Santiago nos hablan sobre algunos problemas, desafíos y situaciones pedagógicas que enfrentan a diario en su establecimiento, fundado en los años ‘80 para nivelar estudios en los trabajadores del sector, pero que hoy cuenta con una realidad muy diferente: ya no son adultos sino jóvenes quienes engrosan sus aulas. Principalmente, desertores del sistema escolar diurno que han visto en el «2×1» una ventana para acceder a mejores oportunidades laborales: «Yo me he dado cuenta de que muchos de los estudiantes que vienen para acá vienen por eso, porque quieren seguir trabajando, necesitan sacar el 4to medio para tener mejores trabajos. Entonces es súper importante que nosotros les mostremos la opción de que también pueden estudiar y de que si siguen estudiando les puede ir mucho mejor en la vida», indica Johanna, profesora de Inglés.

La desactualización en los planes curriculares (2009) y los distintos niveles de aprendizaje en los estudiantes son grandes dificultades que refuerzan otro tipo de exigencias, donde los contenidos se adaptan a objetivos que efectivamente puedan aportarles más allá de la escuela: «yo por lo menos siento que se puede hacer bastante, no me limito a lo que le estoy enseñando a los estudiantes… no se lo simplifico en lo absoluto y veo que sí pueden entenderlo, ahora, hay que hacer ajustes en los programas porque no todo les sirve…trato de ver aquello que realmente sea usable en la vida», señala Georgina, profesora de Lenguaje y Comunicación, quien refuerza desde su disciplina competencias y habilidades que le permitan al alumno explicar y comprender críticamente el mundo que le rodea.

Por ello, coordinar esfuerzos entre docentes, asistentes y directivos, se plantea como una necesidad central en este espacio: «falta más organización en la noche, faltan reuniones con los profesores para abordar el tema de los muchachos, yo creo que es como una exigencia que debería tener el colegio en la noche para conversar con los profesores el trabajo pedagógico de los alumnos y la parte emocional de los alumnos», más aún cuando no se cuenta con el apoyo profesional de orientadores, sostiene Oriana, asistente y profesora básica del mismo colegio. En dirección similar, Johanna subraya el sentido colaborativo que debiese adoptar la escuela, considerando que son pocos docentes: «yo creo que es súper importante que los profesores estemos unidos en este trabajo, que rememos para el mismo lado, con las situaciones y con los problemas que hay aquí es importante que todos hagamos lo mismo porque al final si le damos distintas señales a los estudiantes… nos ven desunidos».

Pero la vocación, el clima de confianza y los ánimos de mayor cooperación entre colegas, expresados según Julio, profesor de Matemáticas, en «un ambiente distinto, donde hay calor de hogar», contrastan con aspectos de la realidad laboral que debieran superarse. Uno de ellos, por ejemplo, es la falta ocasional de materiales y recursos pedagógicos: «a veces tenemos dificultad por cosas domésticas, por ejemplo cuando tengo que fotocopiar no hay hojas, no hay corchetes, entonces yo tengo que ingeniármelas… y eso no debiera ser, la administración debería funcionar al 100% y bien», señala Oriana, refiriéndose, además, a los salarios y el cansancio tras las extensas jornadas en quienes «trabajan todo el día y después siguen en la noche. Si uno como profesor tuviera un sueldo con que dijera ‘oye, con esto estoy bien’, uno no trabaja en la noche… pero el sueldo de los profesores es bajísimo». Situación que, como sabemos, se extiende al conjunto de trabajadoras y trabajadores de la educación.

Que la mirada de nuestros colegas sirva para defender una de esas experiencias frágiles y casi olvidadas en el sistema escolar chileno, donde se cuestiona su capacidad efectiva de asegurar el derecho a la educación y donde brillan por su ausencia políticas orientadas a mejorar la calidad curricular, recursos e infraestructura, llevándonos a ejercer sin una ruta de navegación muy clara más que por el sentido común derivado de la práctica en un escenario laboral altamente precarizado. Sólo allí la organización docente nos permite alcanzar la dignidad que merecemos como pueblo, construyendo todos los días una escuela nocturna más consciente de sus problemas y del lugar que ocupa en la sociedad. Que el desgaste de la noche no apague nuestras ganas de enseñar.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *